En esta aventura que emprendimos
hace poco más de dos años, he visto mucha gente abandonar el proyecto, y una de
las razones más fuertes ha sido la incapacidad de entender o de identificar su
rol en el engranaje del mismo.
Los seres humanos sin importar su
género, traemos ese deseo innato de sobresalir, de liderar y de dejar algún
tipo de huella. No obstante no todos podemos ser ese "macho o hembra
alfa" en todas las ocasiones. Una cosa es clara: Si nosotros somos ese
líder debemos imponernos, reclamar nuestro sitio, demostrando que poseemos la visión
y las condiciones necesarias para desarrollar y ejecutar nuestro plan. No se
puede titubear en esto, si somos los lideres, armamos nuestro equipo y este
equipo nos debe respaldar.
Sin embargo, cuando nos damos a
la tarea de emprender algo, en caso que la idea no sea nuestra y básicamente
estemos apoyando o adoptamos un plan ajeno, deberíamos estar muy claros del hecho que el líder y el
desarrollador de ese proyecto, seguramente no seremos nosotros. Si lo somos y
es nuestro proyecto ¡Felicitaciones ! ¡Tenemos un gran reto por delante! Pero
si no lo somos y hemos decidido seguir en el equipo, es muy sano que definamos
nuestro rol, valorando lo que esto conlleva en tema de derechos y
responsabilidades.
Aunque pudiera parecer obvio, en
mi experiencia he visto muchos socios peleando "la camiseta número diez".
Camiseta que puede portar tan solo una persona. Aquí nace la disputa y como
consecuencia de esta confrontación, la otra persona al final decide irse o peor
quedarse para entorpecer la operación. Este personaje que no logró imponer sus
condiciones causa daño al equipo, sin meditar que quizás para lo que se está
construyendo, sus condiciones lo habrían convertido en un magnífico número
nueve por ejemplo.
Respeto a los que han decidido
irse, fue su decisión y punto. Lo que me deja un sinsabor es el hecho de no
tener claro desde un inicio, si uno es el número diez o que número de camiseta
le toca en el equipo. Decidirse a emprender no es como decidir que cenar esta
noche, es una decisión mucho más seria que afectará nuestras finanzas, nuestra
vida en familia y nuestro tiempo en general; entre otras muchas cosas. ¿Será
que al ser impulsivos nos metemos en cosas que no entendemos al cien por ciento
sin medir consecuencias? ¿Es tan
disfuncional nuestra mente que pensamos que pasar de una idea en la cabeza a
ejecutarla es algo tan simple que no amerita planeamiento?¿Será que el orgullo
distorsiona nuestra visión de las cosas y de las circunstancias?
No es pecado querer ser el líder, así
como tampoco es pecado no serlo, sin embargo si considero grave no entender a
qué se estamos jugando, cuál es el plan para llegar a ser campeones y por ende
entender cuál es nuestro rol y nuestro aporte, antes de iniciar un
emprendimiento.
Como dice un buen amigo: Todo se
puede pero es mejor si lo hacemos juntos.
Dario Morales
30 marzo 2016
Guatemala