domingo, 15 de mayo de 2016

La Confianza

Me suele pasar que cuando medito en alguna situación o concepto en especifico, me gusta buscar su significado en el diccionario. Algunas veces lo encuentro tal cual lo concibo, otras veces es fruto de lo aprendido de otras personas, o de lo estudiado en diferentes fuentes de datos, o de lo experimentado en forma personal. Otras veces simplemente no me resulta del todo satisfactoria la definición encontrada.

Hablando de confianza, el diccionario de la real academia lo define en primer lugar como: Esperanza firme que se tiene de alguien o algo.  Esta acepción aunque se me antoja adecuada, me da mucho tema para analizar desde mi punto de vista como emprendedor. Si desmenuzamos más la frase y vemos la palabra "esperanza", el diccionario nos dice que es: un estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea.

Si la esperanza es un "estado de ánimo" y la confianza es "la esperanza en algo o alguien"; es fácil entender porque se dice que la confianza es fácil de romper, debido a que los estados de ánimo tienen la característica de ser frágiles y por ende cambian fácilmente. Máxime cuando adoptamos la posición comúnmente usada de: "Usted debe ganarse mi confianza" o "Con poco  pierde mi confianza". 

Si aceptamos esta "realidad" en el mundo de los negocios y en nuestra relación con posibles colaboradores de todo tipo (empleados, socios, familiares, etc.) El resultado suele ser similar al de los estados de ánimo: fragilidad y cambio constante. Lo cual en mi experiencia como emprendedor me resulta poco funcional y termina siendo un indicador claro de una mala administración.

¿Debería cambiar mi confianza en algún colaborador cercano debido a mi estado de ánimo? ¿En que se baja la esperanza que tengo en mi entorno laboral? Personalmente me ha resultado más productivo basar mi confianza en un factor que me gusta definir como un concepto matemático y que se asemeja al segundo significado que muestra el diccionario de la palabra esperanza:   Valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad.

De esta forma se traslada la responsabilidad desde la persona en la cual se deposita la confianza hasta el individuo que crea la esperanza, cambiando un simple estado de ánimo, por una estudiada acción estratégica; basada en una visión y en un cálculo matemático.  

Recordemos que gerencialmente hablando tomar responsabilidad (control) sobre el curso de los acontecimientos es vital para una correcta operación que nos permita cumplir metas planteadas. Por supuesto que es mas fácil para nosotros como administradores, no tomar responsabilidad y apuntar que un colaborador "ya no genera confianza", "ya no da la talla", que un socio "no estuvo a la altura", etc. Y podría haber algo de verdad en esas acusaciones, sin embargo, antes de todo eso debe existir un examen riguroso de nosotros mismos y nuestros procedimientos administrativos para descartar que la responsabilidad sea nuestra. 

Aquí surgen preguntas básicas sobre nuestro proceso gerencial: ¿Como están mis procedimientos y políticas de reclutamiento?, ¿Cuánto tiempo he invertido en "couching"? ¿Están claras las cargas operativas en los diferentes individuos y de acuerdo a sus capacidades? Si soy socio y estoy perdiendo esperanza (confianza) en el proyecto, debería preguntarme lo siguiente: ¿Conozco en detalle los alcances y potencial de mi negocio? ¿En qué porcentaje entiendo los flujos del negocio? ¿Qué responsabilidades/derechos tengo como socio? etc y etc.

Si usted es un empleado en cualquier compañía, usted podría darse el lujo de simplemente asignar responsabilidades a otros y pedir resultados. Sin embargo los emprendedores no podemos darnos ese lujo, nuestro obligación primaria administrativamente hablando debe ser: SABER. Y saber implica que nuestra confianza no se basa solo en lo que la otra persona, situación o cosa es o representa. Es más un control estratégico realizado mediante estudio, preparación, herramientas administrativas tales como: optimización en reclutamiento, acompañamiento, procesos operativos profesionales, uso de tecnología acorde y una clara visión de los flujos de trabajo, entre otras cosas. Con todo esto un buen administrador realiza cálculos, y esas probabilidades le dan la certeza (esperanza) para confiar en obtener los resultados que le permitan alcanzar las metas determinadas.

Si bien es cierto existen límites que demarcan con hechos concretos cuando una persona defrauda nuestra confianza, esto tampoco tendría que ver con estado de ánimo, sino una definida, clara y establecida política interna para dichos efectos, y que por supuesto debe ser de conocimiento de todos los involucrados.

Dario Morales
15 mayo 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario